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La iniciativa para elegir el sexo del bebé enfrenta a clínicas y bioéticos
Artícle publicat al Diari de Tarragona el 6/07/2013
Hay temor de que en el futuro pueda lleva al ‘niño a la carta’. Las clínicas de fertilidad de Tarragona ven con buenos ojos la polémica propuesta.
El planteamiento puede desembocar, en extremo, en un escenario entre Aldous Huxley y Philip K. Dick, plumas insignes de la ciencia ficción. Sin llegar a ello, el debate genera polémica: ¿se imagina que en un futuro se pudiera decidir tener un niño o bien una niña? Esa posibilidad puede no estar tan lejos. Las clínicas de reproducción asistida están promoviendo una recogida de firmas –se necesitan 500.000– con el objetivo de presentar una iniciativa legislativa popular (ILP) en el Congreso para cambiar la ley.
Con ello el antiguo debate se ha reabierto. A un lado, la postura de las clínicas, que esgrimen como argumentos cierta demanda social de parejas, la libertad de elección, como en otros países, y la responsabilidad de hacerlo con mesura y calma. «Unas cien parejas nos han solicitado información en el último año. El 80% de esas parejas ya tenían dos hijos del mismo sexo y buscaban un equilibrio. Si es posible técnicamente y se hace en otros países, ¿por qué prohibirlo?», se interroga Simón Marina, director del Instituto Cefer, la clínica que impulsa la iniciativa.
En el otro lado, están las voces en contra desde la genética o la bioética, que ven esta opción como un primer paso para entrar en un terreno que ellos consideran peligroso: el bebé a la carta. El doctor Joaquín Escribano es pediatra en el Hospital de Sant Joan de Reus, representante de la comisión de bioética asistencial y profesor de la URV. A veces cuestiones de esta índole pasan por su clase. «A mí no me parece correcto. En realidad conduce ala discriminación por sexo. Eliges la vida del nuevo ser en función del sexo», comenta Escribano, que alerta de amenazas. «Hay peligro de que socialmente arraiguen demandas así. Todo el mundo quiere planificarlo todo al máximo. La vida no es así. Forzar tanto la máquina no es bueno».
Inés Espallargas, máster en bioética y presidenta de la Associació Catalana d’Estudis Bioètics, también se muestra crítica: «No es ético que se haga por motivos de deseo, y no estamos hablando en términos de ideología religiosa. Implica instrumentalizar a una persona y no somos objetos biotecnológicos. Estamos cosificando a la persona».
En la misma línea se muestra el doctor Joaquim Bosch: «Cabe preguntarse: ¿Tenemos un hijo porque le queremos? ¿O lo tenemos como un juguete? ¿Le querremos sea como sea? Y, aunque tenga una enfermedad… ¿no merece vivir esa persona y luchar contra esas limitaciones?».
Bosch pone en cuestión incluso la única opción que hay en España de seleccionar el género del bebé, que es con fines terapéuticos, esto es, para evitar enfermedades como la hemofilia o la distrofia muscular. «Hay enfermedades genéticas asociadas a embriones de la fecundación in vitro. Se producen ciertas dolencias asociadas a la manipulación, así que legalmente, como hay un vacío legal, se da a elegir algunas veces», explica Espallargas.
‘Una eugenesia encubierta’
Desde la bioética las voces contra esta posibilidad son muy críticas. «¿Qué quieren las clínicas? Facturar un nuevo servicio y hacer el bebé a la carta. El problema de todo esto es saber dónde paras. Acabaremos creando un hijo en el que decidamos la altura, el color de los ojos, que no tenga enfermedades cardiovasculares, que sea sano. Sería una eugenesia encubierta», cuenta Bosch, que pone un ejemplo: «En Estados Unidos hubo mucha polémica porque había parejas ciegas que pidieron que su hijo también lo fuera para que así pudieran comprender mejor su situación».
El doctor Escribano es todavía más contundente: «A las clínicas les mueve venderte un proyecto familiar, para que construyas la familia ideal. Eso lleva al racismo de género, de sexo, es lo que antes hacían los nazis, que buscaban la pureza de la raza».
A nivel sociológico, subyace otro temor: decantar la pirámide poblacional en uno u otro sentido. «Nacen un poco más de varones que de hembras. Hay países en los que el varón tiene más valor social y ahí se podría dar un problema de continuidad de la especie local, una vez creas el derecho», asume Escribano. En principio, en una cultura desarrollada como la española no existiría ese problema.
Las clínicas de fertilidad tarraconenses ven con buenos ojos la iniciativa, aunque recomiendan cautela. «Si bien parece tratarse de una cuestión de libertad y democracia y que es un derecho que no atenta contra nadie y que involucra solamente a los futuros padres, hay que ser muy cuidadoso en los planteamientos ya que fácilmente podría implicar frivolizar el objeto de las técnicas de reproducción asistida», explica el doctor Javier Ruiz, desde el Institut Conceptum, con sede en Tarragona y Reus. «No vemos la iniciativa con malos ojos pero todo dependería, como siempre, de los supuestos y condiciones que contemplara el texto de la posible ley», admite Ruiz.
¿Ciencia ficción?
Imma Saumell, directora de laboratorio de Embriogyn, en Tarragona, entiende los temores: «Hay que hacer un uso razonable. Vería bien, por ejemplo, que después de tener dos hijos del mismo sexo se pueda elegir el tercero. Entiendo que haya miedo desde un punto de vista ético, pero una cosa es elegir el sexo y otra el color de los ojos, por ejemplo. Hay un cambio tecnológico muy importante. Eso sería prácticamente ya ciencia ficción». Consideran que la medida no repercutiría en el equilibrio de sexos.
También defiende la iniciativa Jordi Aragonés, director médico de Biogest, en Reus: «Hay que poner un límite. Una cosa es el sexo y otra cosa es el resto. Lo que buscamos las clínicas es que no se nos vaya el cliente. Hay pacientes que se van al extranjero, a países donde se permite».
«Si la pareja lo tiene claro, lo hará igual. Las leyes siempre van por detrás de lo que la sociedad pide. La gente nos lo pide y tienes que dar una respuesta, y más aún si la razón de la negativa no queda muy clara», tercia Saumell. «No tenemos evidencia de que sea una demanda frecuente en nuestros pacientes. Es cierto que alguna pareja que ha conseguido tener dos hijos del mismo sexo a veces plantea la posibilidad de seleccionar el sexo en caso de ir a por un tercero, pero es infrecuente», asegura el doctor Ruiz.
El espinoso debate está ya sobre la mesa. «La naturaleza es sabia. La ciencia nos ha demostrado que manipular la vida humana en su inicio nos puede pasar factura. No podemos escoger las personas para que sean más listas. No podemos caer en la medicina del deseo. Las clínicas quieren impulsar campañas del bebé a la carta. Son un negocio. No se investiga para arreglar problemas. Simplemente se fabrican niños», zanja Inés Espallargas.